Principio 10: Trabajo en equipo
- Admin - David Hunter
- 10 ago
- 3 Min. de lectura
El trabajo en equipo es en sí mismo un proceso y un principio. Los equipos proporcionan, en la experiencia de aprendizaje de adultos, un nivel de seguridad eficaz y útil. La garantía de seguridad y la responsabilidad compartida que ofrecen los equipos siempre han sido bienvenidas, independientemente del contexto cultural. El trabajo en equipo no puede darse por sentado. Mediante la evaluación de las necesidades de aprendizaje y los recursos, el profesor puede obtener asesoramiento sobre la formación de equipos. Se puede invitar a los participantes a trabajar con amigos cuando sea posible. Esto proporciona seguridad para afrontar las tareas difíciles. El concepto de campo óptimo nos funciona en este caso. Un campo óptimo es aquel diseñado para que todos obtengan el máximo beneficio posible, aquel en el que diseñamos una situación beneficiosa para todos, incluyendo intencionalmente todo lo que contribuye al éxito. Respetar a las personas como sujetos implica que cada uno elija sus propios equipos con la mayor frecuencia posible, especialmente cuando la tarea de aprendizaje es compleja y difícil. Se pueden crear equipos arbitrarios al inicio del curso y luego hacer que los participantes formen sus propios equipos de trabajo, eligiendo con quién desean trabajar. En ocasiones, el género, la edad o la raza son consideraciones importantes al nombrar los equipos.
Con demasiada frecuencia escuchamos a personas en entornos educativos decir: "Cuando volvamos al mundo real...". Los equipos son el mundo real. Los esfuerzos de equipo en una situación de aprendizaje no son indirectos ni artificiales. Lo que sucede en el equipo es lo que sucede a diario. Como educadores de adultos, debemos recordar que los sentimientos nunca son simulados. Si un adulto se siente abrumado y excluido en un grupo pequeño, esos sentimientos son reales. Ese adulto actuará a partir de esos sentimientos de miedo o exclusión a lo largo del curso, ya sea no regresando o perturbando el aprendizaje de todos los involucrados. El docente debe diseñar para la inclusión de todos.
En un equipo, el aprendizaje se ve reforzado por los compañeros. Sabemos que los compañeros tienen una autoridad significativa sobre los adultos, incluso mayor que la de los docentes. Los compañeros a menudo tienen experiencias similares. Pueden desafiarse mutuamente de maneras que un docente no puede. Los compañeros brindan seguridad al alumno que tiene dificultades con conceptos, habilidades o actitudes complejas. He visto cómo se desarrollan importantes mentorías en equipos: compañeros ayudándose entre sí, a menudo con sorprendente claridad, ternura y habilidad.
Los equipos invitan a la energía de la competencia. Si consideramos la palabra "competencia", podemos ver la oportunidad: "com" significa "con", "petición" significa "pedir". Pedimos juntos. Por supuesto, puede haber competencia destructiva entre equipos en una situación de ganar-perder. La competencia constructiva se estructura para que los equipos trabajen juntos en el proceso de aprendizaje, manifestando su aprendizaje con cierto orgullo por sus logros como equipo, en una situación en la que todos ganan.
Sin embargo, los equipos exploran otro nuevo potencial en la situación de aprendizaje, a medida que diferentes personas aprenden a trabajar juntas de forma generosa y eficiente. Necesitamos tiempo al inicio del curso para invitar a los alumnos a examinar sus roles en el equipo. Existen roles de mantenimiento de grupo y roles de mantenimiento de tareas (Vella, 1995, p. 125). A medida que un equipo considera cómo se están desempeñando estos roles, puede identificar maneras en las que su equipo puede trabajar de forma más eficiente. Cuando las tareas de aprendizaje están profundamente relacionadas con los temas y el tiempo es adecuado para la tarea, los alumnos adultos trabajarán con energía en equipo.
Puede existir una aparente contradicción entre la responsabilidad de un alumno con sus objetivos personales y su responsabilidad con el equipo. Cuando, en raras ocasiones, un alumno muestra indiferencia o reticencia a participar en una tarea, es responsabilidad del profesor intervenir y trabajar con él. Quizás no debería participar en la sesión de aprendizaje. Esta es una decisión que deben tomar tanto el alumno adulto como el profesor. El principio de seguridad es fundamental en este caso. Esto implica respeto por el individuo, por el profesor y por todo el grupo. (Redactado de Vella, Aprender a escuchar, Aprender a enseñar, pp. 22-24)
Comentarios